sábado, 16 de marzo de 2024

Here we go again: Recaída #3

✨Yo quiero ser ese desconocido que le pueda dar esa misma oportunidad que me dieron a mí a otros. Pero para eso, necesito poder seguir viviendo.✨

 Mi primera entrada del 2024. Es curioso darme cuenta la gran diferencia con la que empecé el año 2023 y este:

En ambos años tuve un “mal comienzo”. El 2023 lo empecé habiendo terminado mi última relación que fue con Miguel, extrañando su atención, afecto y disponibilidad a toda hora que tenía para mí, y con las diarias pesadillas que tenía aún por no cortar contacto completo con él en los que me sentía constantemente humillada y donde despertaba mortificada y con la cara toda hinchada. La paz volvió a mí al dar el paso de contacto 0 por completo en febrero de ese año. Me costó adaptarme a escuchar la forma de hablar en España, a las clases nuevamente, al ritmo de estudio, al convivir con mi hermano, el no tener a mis amistades físicamente… y finalmente, mis oídos se hicieron tolerantes a las expresiones españolas, poco a poco podía atender más horas de clase, poco a poco pude aumentar mis horas de concentración de estudio (empece con tan solo 30minutos diarios y llegué a las 4 horas muy progresivamente), me atreví a mudarme en una habitación porque la convivencia con mi hermano me robaba mi tranquilidad aprendiendo a gestionarme completamente sola, y con muchísima suerte… logré conocer personas a quienes me siento segura de abrirles mi corazón: pude hacer amigos en España contra todo pronóstico dentro de mi primer año en este nuevo lugar. Tengo un cariño muy especial al año 2023 por haber sido mi año “reset”. No fue fácil, pues me queda claro que tuve una lista de dificultades que logré afrontar y me siento muy orgullosa de ello. Sin embargo… el inicio del 2024 lo siento mucho más sombrío de lo que fue el 2023.

Este año, si bien “aún empieza”, es claro que, como todo nuevo videojuego, empieza con los retos a afrontar. Siento que el 2023 fue dificultad “fácil”, y este año es la de “moderada” (porque, ¡claro!, ¡siempre puede ser peor!). Y ahora mismo me siento en el abismo y que esto para mí es demasiado… pero aprovechando que estoy en mi periodo de recuperación (semanas de pre-ovulación y ovulación tal cual), dejaré anotado mis fuertes empezando el año, y a los nuevos “enemigos” a enfrentar este nuevo año.

Equipo de combate:

- Círculo pequeño y cercano que están muy presentes en mi vida incluso a la distancia para darme compañía y soporte anímico (familia y amigos de Perú).

- Nuevas amistades en España con las que puedo tener contacto físico (porque los abrazos me recargan vida)

- Habilidades de autogestión aprendidas viviendo sola (ya no me estresa realizar las tareas del día a día).

- Soy profesora de yoga actualizada y cuento con conocimientos “fresco” para realizar una práctica personal adecuada y también para enseñarla.

- Cuento con soporte profesional (médico y psicológico) a mi disposición.

- Volví a adquirir la habilidad de disfrutar actividades sola como el simple placer de andar sola por calles desconocidas observando mi alrededor, y el ver las series que me apetezcan sin sentir necesidad (extrañar) de hacerlo en compañía.

Mis “enemigos”:

- Mi desagrado intolerable que siento por mis compañeros de prácticas en el hospital 

- Mi falta de concentración (y “ganas de vivir”) ante la inconformidad

- No tener espacio de ocio en “casa”, solo uno mismo donde descanso-estudio a diario.

- Pensamiento intrusivos del tipo “depresión-moderada” dos semanas al mes: sentimientos de desesperanza e inutilidad que me conducen a los de… acabar conmigo misma.

He dejado al final el más delicado, pues me ha generado impacto encontrarme con algo que yo había aceptado antes: si vuelvo a recaer, SÉ QUE SE PUEDE SALIR DE ESTO, porque ya lo hice, y lo volveré a hacer las veces que sean necesarias. Es fácil escribirlo ahora, y mencionarlo cuando me he encontrado recuperada. Pero hace un par de días aún me encontraba en los días “oscuros”, y aún sabiendo que todos mis pensamientos eran irracionales, dolían… DOLÍAN MUCHÍSIMO. Era el mismo dolor que sentí a los 12 años, que me bordeaba al impulso de autolesionarme, sin entender que mi sensibilidad hacía que me afectara muchísimo la personalidad de la gente que me rodeaba en la escuela. El mismo que sentí de la crueldad que percibía en compañeros de la universidad y doctores docentes en los hospitales de Perú. Y es el mismo dolor actual de sentir que no puedo tolerar ambientes sociales comunes en los cuales siempre tendré que estar expuesta si mi deseo más profundo es estar para todo aquel que me necesite para darse una oportunidad de estar bien, recuperarse, sanar, o aliviar un dolor inevitable. 

Me tendré que exponer a multitud de gente desagradable (a mi percepción) para llegar a estas personas desconocidas y que sé que en algún momento yo seré capaz de entregarles ese pedacito de bienestar que otros me han entregado a mí sin siquiera conocerme. Hay muchas personas que en la actualidad ni recuerdo su rostro, y que literalmente han salvado mi vida, y con ella mi oportunidad de vivir anécdotas que valieron la pena seguir existiendo. Yo quiero ser ese desconocido que le pueda dar esa misma oportunidad que me dieron a mí a otros. Pero para eso, necesito poder seguir viviendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario